martes, 17 de julio de 2012

Un vendedor de calendarios. (Giacomo Leopardi)

Vendedor ˗ ¡Calendarios! ¡Calendarios nuevos! ¿Necesita calendarios, señor?
Transeúnte ˗ ¿Son calendarios para el nuevo año?
V ˗ Sí, señor.
T ˗ ¿Cree que será próspero este nuevo año?
V ˗ Claro que sí, señor.
T ˗ ¿Como el año pasado?
V ˗ Aún más, aún más, señor.
T ˗ ¿Desde hace cuánto vende calendarios?
V ˗ Van a ser veinte años.
T ˗ ¿En estos veinte años, a cuál le gustaría que se pareciera este año en curso? ¿Recuerda un año próspero en particular?
V ˗ La verdad, no.
T ˗ Y, sin embargo, la vida es algo bello. ¿No es cierto?
V ˗ ¡Eso es seguro!
T ˗ ¿Y usted no quisiera regresar el tiempo? ¿Verdad?
V ˗ No. No lo regresaría.
T ˗ Entonces, ¿qué vida hubiera querido tener?
V ˗ ¡Una vida así como me la manda dios! 

viernes, 14 de octubre de 2011

Poemas de Bilhana

Presentamos las traducciones del inglés de los poemas de Bilhana, titulados en español "Los 50 poemas del amor furtivo".
Este aporte, realizado por los alumnos de quinto año de preparatoria del Colegio Cedros Norte, es importantísimo y casi inédito en lo referente a la poesía española, pues sólo se encuentra en línea la traducción castellana de un poema de los 50 que componen la obra del poeta hindú Bilhana. Además de conservar un estilo poético sencillo pero muy expresivo, los alumnos del Colegio Cedros han impreso un sentimiento y corrección sintáctica en los presentes poemas.
Esperamos que los lectores disfruten de la siguiente selección de poesía hindú, tan desconocida en México desafortunadamente, pero riquísima en imágenes y bella por lo demás.


POEMAS BILHANA

Agustín Figueroa
Aun ahora
Y pienso que me encantaron los cipreses y rosas, queridos
Las grandes montañas azules y las pequeñas grises colinas
El sonido del océano. En un día
Yo vi extraños ojos y manos como mariposas
Para mí en la mañana las alondras volaron desde el tomillo
Y los niños llegaron a bañarse en arroyos

 Juan Pablo Martínez
Aun ahora
La veo como tenia acostumbrado, en su palacio blanco.
Debajo de antorchas negras iluminada por una luz roja
Vestida con muchas flores rompiendo la obscuridad
Veo su resplandeciente rostro
desafiante y tímida me dijo claramente
Ahora dormiré, buenas noches señoritas

Emilio Peregrina
Aun ahora
Cuando mi triste corazón estaba roto y las paredes de mi prisión parecían derrumbarse...
Una luz y en esa luz una dama...
Sus blancos brazos, rosados hasta los codos...
Vistos solo con la luz del sol...
Y esos ojos que maravillan el horizonte.

Jeffrey Alán Melgarejo
Aún ahora
La veo, hermoso rostro rubio como el oro
Enriquecido con pequeñas luces, coloridas sombras y sorpresa
Una y otra vez todo de ella, con los ojos brillantes
Todos brillantes de amor, pero muy cansados de tanto amar,
Como si fuera el disco mágico de la luna cuando Rahu la cubre
Con su oscura piedra para ocultar sus rayos.

Alejandro Anaya
Aun ahora
La llevo a mí en su rápida vergüenza,
Escondiendo su cara brillante en el momento del día;
Haciendo que se muevan sus intensos ojos en las regadas estrellas,
Para el insomnio del gran amor errando toda la noche,
Aparentemente ara navegar gentilmente, como ese pajaro color rosa,
Por el agua del amor en una cosecha de flores de loto

Arturo Avilés
Aún ahora
Ella es por arte de magia presente en mi alma
Y que una palabra de extraña facilidad del corazón, adiós,
Que en la noche, en movimiento reacio,
E inclinándose hacia una boca de oro,
Le dije en voz baja a los rechazados,
Tiernamente cansado el pelo de la hija del rey

Alejandro Quintero
Aun ahora
La muerte tomo como consuelo
No, soy libre como el cóndor alado
O como los reyes en sus tronos de marfil violeta
La noche no vendría sin sus camas de seda negra
Ni una cama sin mi amor brillante
Guardias de negro en formación deben atacar
Y secar la fuente antes que el amanecer llegue

Xavier Lebrija
Aun ahora
Pienso que tus pies buscan a los míos para consolarlos.
Aun hay sueños sobre ti
Que no escuchare al despertarme. No lloro al amanecer
Aunque el día me trae tu perdida.
Toda la luz es odiosa. Ahora es tiempo
Para llevar mi alma

Francisco Lechuga
Aun ahora mis ojos que no quieren ver más, siguen pintando y pintando rostros de mi niña perdida, oh dorados anillos que pellizcan contra pequeñas hojas de magnolia, oh blanco pergamino en el que mis pobres labios divorciados escribieron excelentes estrofas de besos que mis labios no volverán a escribir

Ernesto Quintanilla
Incluso ahora
Si la viera postrada con ojos abiertos
Y con color en sus mejillas
A lo largo de su costado con el oído descubierto
Sufriendo la fiebre de mí distancia
Entonces, mi amor por ella serian lazos de flores, y noche
Un amante de pelo negro en el pecho del día.

Luis D. Seguí
Aún ahora.
Yo sé que mi princesa era feliz. La veo de pie
Tocando sus pechos con todas sus flores-dedos suaves,
Viendo de reojo hacia mí con sus sonrientes ojos.
Hay un dios que la arma con flores
Y ella fue herida profundamente. Ella, oh morir aquí.
Bésame y seré más puro que un rio rápido.

Gonzalo Bolio
Incluso ahora
Amo largos ojos negros que acarician como seda,
Ojos por siempre sonrientes,
Cuyas cubiertas producen tan dulce sombra cuando cierran,
Parece otra hermosa mirada suya,
Amo una boca fresca, ah, una boca perfumada,
Y cabello ondulado, sutil como humo,
Y dedos ligeros, y risa de verdes gemas.

Gerardo Ahedo
Aún ahora
Tengo una necesidad de hacer oraciones, de hablar
Mi última consideración del mundo
A los trece grandes dioses, para estar en balance
Antes de que mi alma viaje. Me arrodillo y digo:
Padre de la Luz. Sigue alumbrando todavía
Para que pueda verte. Madre de las Estrellas,
Dame tus pies para besarlos, Te quiero, cariño.

Carlos Núñez Chiñas
Aún ahora
La agradable intimidad del amor rudo.
Con su paciente gloria
Me guarda en la memoria y ella con un brillante vestido
Como si fuera una llama amarilla
La vergüenza se agrupa
Y con gracia sus pies se van.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sobre la amistad

Aprovechando que esta es la semana del amor y la amistad, publicaremos a continuación dos textos en los que se habla sobre este tema. Uno de Erasmo, de su obra "Adagios", y otro de Aulo Gelio, de las "Noches Áticas".
En el texto de Erasmo se explica el proverbio "entre los amigos todo es común" y se exponen las fuentes en las que aparece. En Aulo Gelio, se expone el caso del sabio griego Quilón, quien en un juicio en contra de su amigo tuvo que decidir a favor de éste, aunque era culpable. Esperamos que sean del agrado de nuestros lectores.


Entre los amigos todo es común (Amicorum communia omnia).

Puesto que no hay algún proverbio más sano ni más célebre que éste, me agradó comenzar desde aquí el recuento de los adagios como con un augurio feliz. Si en verdad este adagio estuviera tanto en el corazón de los hombres  como lo está en boca de todos, sin duda  nuestra vida estaría libre de muchísimos males.
A partir de este proverbio Sócrates deducía que todo pertenecía a los hombres de bien de la misma manera que a los dioses. Todo –dice-  pertenece a los dioses. Los hombres de bien son amigos de los dioses y entre los amigos todo es común. Así, pues, todo pertenece a los hombres de bien.[1] En la obra Orestes de Eurípides, se refiere:
Entre los amigos todo es común.
Y de la misma manera en las Fenicias:
Cualquier dolor de los amigos es común.
Y lo mismo en Andrómaca:
Porque, en verdad, nada propio poseen los amigos, sino que entre ellos todo es común.[2] Terencio lo escribe en la obra Hermanos: Pues antiguo es este proverbio, que todo es común entre los amigos.[3] Se atestigua que también existía tal proverbio en la misma comedia de Menandro.[4]
M. Tulio, en el libro primero de su tratado Acerca de los deberes, dice: Como es en el proverbio de los griegos, Entre los amigos todo es común.[5] Es citado también por Aristóteles, en el libro octavo de los tratados morales,[6] y por Platón, en el libro quinto de Las leyes.[7] En este pasaje Platón intenta demostrar que la forma de gobierno más favorable consiste en la comunión de todo: Ciertamente la mejor nación es la forma de gobierno y leyes óptimas, donde, lo más que sea posible, se observará lo que antiguamente se dice al respecto de toda nación: que en verdad los asuntos de los amigos son comunes. También dice que será feliz y próspera la nación, en la que no se escuchen estas palabras: mío y no mío[8]. Mas es admirable decir cuánto no agrada aquella comunidad platónica o, más bien, cuánto es apedreada por los cristianos, cuando nunca un filósofo pagano dijo algo más semejante al pensamiento de Cristo. Aristóteles, en el libro segundo de La Política,[9] modera el pensamiento de Platón, pues desea que la posesión y la propiedad estén en poder de algunos; que, contrariamente, por la práctica, el valor y la sociedad civil todo es común, según el proverbio.
Marcial, en el libro segundo,[10] se burla de un tal Cándido, que siempre tenía este adagio en los labios, aunque nada compartiera a sus amigos: Cándido, κοινὰ φίλων,  son estas tus palabras, Cándido. Tú, grandílocuo, noche y día andas diciendo esto. –Así concluye el epigrama- Nada das, Cándido, y dices κοινὰ φίλων.
Con elegancia Teofrasto dice, en el comentario titulado Acerca del amor a los hermanos, escrito por Plutarco: Si entre los amigos todo es común, sobre todo conviene que sean comunes los amigos de los amigos. M. Tulio, en el libro primero de Las leyes,[11] parece atribuir este adagio a Pitágoras, cuando dice: De donde viene aquella  sentencia pitagórica: Entre los amigos todo es común y la amistad es igualdad. Además, Timeo, en Diógenes Laercio,[12] transmite que este adagio provino primeramente de Pitágoras. A. Gelio, en el libro primero, capítulo octavo de las Noches Áticas,[13] atestigua que Pitágoras no sólo fue el padre de esta frase, sino que también introdujo tal comunión de vida y de medios de este tipo, cual Cristo quiere que exista entre todos los cristianos. Pues cualquiera que hubiera sido aceptado por Pitágoras en su séquito de alumnos, donaba el dinero y las propiedades que tenía. Esto, de dicho y hecho, era llamado con un término romano, κοινόβιον, esto es, cenobio, sin duda por la asociación de vida y de bienes.


[1] Cf. Diógenes Laercio, 6. 37. Este dicho se atribuye a Diógenes el cínico.
[2] Eurípides, Orestes 735; Fenicias 243; Andrómaca 376-7
[3] Terencio, Hermanos 803-4.
[4] Menandro, Fragmentos, 9 K (Allison, Loeb).
[5] Cicerón, Acerca de los deberes, 1.16.51.
[6] Aristóteles, Ética Nicomaquea, 8. 9. 1 (1159b31).
[7] Platón, Leyes, 5. 739b-c.
[8] Cf. Don Quijote de la Mancha (primera parte), XI: “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados… porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío”.
[9] Aristóteles, Política, 2. 1 (1261a 2).
[10] Marcial, 2. 43. 1-2, 16.
[11] Cicerón, De las leyes, 1. 12. 34.
[12] D. Laercio, 8. 10.
[13] A. Gelio, 1. 9. 12.

miércoles, 9 de febrero de 2011

EL PENSAMIENTO DE CRITIAS Y SU ÉPOCA.

Por Claudio Camacho

1. La influencia del iluminismo en Critias

Ciertas acciones del ser humano en un determinado periodo definen la época en que se dan y la consagran dentro de la historia política, social y cultural universal. Entre los siglos VIII y VI a. C., la mayoría de las ideas políticas y sociales de los griegos era producto de sus enraizadas costumbres aristocráticas y oligárquicas. El pensamiento religioso y filosófico era de corte naturalista, y sus doctrinas ubicaban al ser humano dentro de un mundo regido por la naturaleza.[1] Dentro de esta corriente filosófica el estudio del hombre, su cultura y creación eran ocasionales.[2] Sin embargo, ocurrieron grandes cambios dentro de estas estructuras de pensamiento. El contacto profundo de los jonios con otros pueblos de la zona los llevó a conocer otras culturas, costumbres, religiones e ideas que, con el paso del tiempo, repercutirían en la mentalidad griega suscitando la reflexión y la crítica.[3] Esta observación comparada les permitió ampliar su visión acerca del mundo conocido. Filósofos como Jenófanes, Heráclito y la escuela pitagórica, por ejemplo, cimentaron la estructura del nuevo pensamiento gracias a esos contactos. El ser humano adquirió una atención mayor que su entorno natural; así, éste dejó de ser un accidente de la naturaleza y se convirtió en un objeto de indagación como artífice de su sociedad y de su entorno.[4]
Ya en el siglo V, pensadores itinerantes difundieron y propagaron por toda Grecia sus ideas acerca del hombre. Así, las nuevas teorías, basadas en el uso de la razón, propiciaron un progreso notable de las teorías sociales y de la civilización griega.[5]
Atenas fue uno de los centros de desarrollo intelectual donde aquellos maestros encontraron condiciones propicias para desarrollar sus ideas. Los testimonios muestran que en el siglo V se verificaron en Atenas esos elementos trascendentales dentro del pensamiento de la cultura griega junto con los grandes cambios sociales y políticos.[6] El dominio ateniense y su economía, basada en el comercio, facilitó un contacto más estrecho de sus ciudadanos con otros pueblos. La instauración de un gobierno democrático facilitó la apertura hacia corrientes renovadoras del pensamiento que influían en toda Grecia. Se difundieron nuevas ideas que contrastaron con el pensamiento predominante aristocrático, basado en la existencia de dos distintas naturalezas de individuos (los nobles y los demás), y que, a su vez, fortalecieron las nuevas estructuras sociales y políticas.
Frente a la antigua ideología oligárquica surgió el pensamiento subjetivo y relativo, que nada daba por cierto en absoluto. Lo individual, liberado de sus condiciones mítico-religiosas, creció junto con lo colectivo. Así, estos intelectuales o teóricos políticos dieron un paso hacia el humanismo al analizar los problemas fundamentales de la sociedad y proponer soluciones a los problemas relativos al hombre:[7] su pensamiento, naturaleza, desarrollo y religión, entre otros.[8] Asimismo influyeron en todos los ámbitos intelectuales de Atenas: política, literatura, filosofía, etc. El hombre, entonces, se convirtió en el centro de sus intereses educativos y especulativos. Los pensadores, pese a que abordaban los temas indicados, seguían diferentes orientaciones.
Grandes pensadores y filósofos, beneficiados por el pensamiento jónico,[9] como Anaxágoras, Protágoras, Gorgias, Demócrito, Antifonte y Sócrates, por nombrar algunos, desarrollaron sus propias teorías acerca de los problemas antes mencionados. Ellos, como individuos pensantes y con actitud crítica, pusieron en tela de juicio antiguos paradigmas como la religión, las leyes, la naturaleza, el estado.[10] Los temas debatidos en aquella época se centraban, como se ha mencionado, principalmente en la naturaleza del hombre.
Estas contribuciones fueron fuente importante de inspiración para otros pensadores del siglo V. Uno de éstos fue Critias, quien disertó sobre el ser humano y sus problemas en la segunda mitad de ese siglo, en medio del ambiente bélico entre las diversas ciudades-estado, entre la turbulencia política interna causada por las disputas entre las principales facciones -aristócratas y oligarcas- por el control de Atenas. En su obra se puede notar la influencia de filósofos como Jenófanes y, en general, de la filosofía jónica en lo que respecta a las teorías humanas, así como la de filósofos y sofistas de la época.
  
2. Critias aristócrata
Como en la mayoría de los escritores de la época, en la obra de Critias el ser humano y sus problemáticas ocupan uno de los lugares principales. Empero, la obra de nuestro personaje también es el reflejo de su apegó a la ideología aristocrática-oligárquica de sus antecesores. Esto, en gran medida, se debe a que nuestro personaje perteneció, como hemos visto anteriormente, a una de las más prominentes familias de Atenas. Así, desde pequeño su educación se basó en los valores de la clase otrora dominante. Esto, a la postre, influyó en su pensamiento y condicionó su visión acerca de los problemas comunes de la época.
Partiendo de ese punto, sus ideas y conceptos parecen ser muy rígidos y, hasta cierto punto, conservadores, lo que contradice su carácter de homo novus. Por ejemplo, en uno de sus fragmentos reprendió al poeta lírico Arquíloco por haber dicho que era hijo de un esclavo, hablar mal de sus amigos y enemigos, ser adultero, pobre y por haber, incluso, perdido el escudo.[11] A través de este fragmento observamos la postura conservadora de Critias producto de su estrecha relación con los valores de la antigua sociedad aristocrática, cuyas cualidades fueron determinadas por un origen eupatrida y las virtudes exaltadas por los aedos de la épica homérica. Otrora esos valores constituyeron el recto modo de vida, pero en el siglo V habían sido relegados por las cualidades humanas exaltadas por el emergente y consolidado sistema de gobierno democrático.
Se conservan otros fragmentos donde Critias también exalta su carácter aristocrático, pues él, así como los héroes descritos por Homero en la Iliada y en la Odisea, anhelaba gloria, fama y riqueza. Como cualquier persona que ha crecido bajo los ideales de la aristocracia, como el de la gloria, nuestro personaje, adapta esos antiguos valores a un mundo ferviente y dinámico donde surgen de manera encontrada nuevas ideas y valores. Ahora, nuestro personaje, alaba las cualidades de los mejores hombres de su tiempo. El breve fragmento 8 muestra claramente dichos anhelos y observamos que éstos son muy similares a los de la épica, de entre los cuales destacan: afán de triunfos y deseo de riquezas: 
La riqueza de los Escopades, la magnanimidad de Cimón
Las victorias del lacedemonio Agesilao.[12]

Este fragmento tiene tres vertientes principales de los valores aristocráticos del siglo V. La primera imagen se relaciona con la riqueza que es un valor imprescindible dentro del pensamiento aristocrático-oligárquico. Esto es más claro cuando Critias menciona a una familia prominente de Tesalia. La segunda se relaciona con una imagen propia del imaginario de Critias que es la simpatía hacia las formas espartanas. En este caso, menciona un personaje de la historia ateniense como Cimón que fue de mentalidad pro-espartana y un opositor de figuras de la democracia como Testocles, quien fuera condenado al ostracismo en el año 471 a. C., debido, sobretodo, a su política expansionista y en fuerte oposición a la potencia lacónica: Esparta. Cimón fue también opositor de Pericles, y éste que lo condenó al destierro en el año 454 a. C. por su política filo-espartana. La imagen de Cimón fue, pareciera, un fuerte referente dentro del pensamiento de Critias, quien resaltó el carácter de aquél insigne personaje como un valor absoluto dentro de los ideales de la aristocracia del siglo V. La tercera cualidad de la personalidad aristocrática cara a Critias fue la de Agesilao, empero esta referencia es obscura y confusa, pues poco se sabe acerca de este personaje a partir de la obra de nuestro escritor. Alessandro Ianucci señala que esta última imagen se relaciona estrechamente con el final del fragmento 15: yo hubiera querido tener la fama de la gloria”. Él considera que existe relación aunque no se conoce gran cosa del personaje mencionado salvo que fue padre de Lichas, dirigente espartano en los años claves del conflicto, quien fue un personaje crucial en la breve alianza entre Esparta y Argos. Se dice que en la olimpiada del 420 inscribió bajo el nombre de Tesalia un carro con la finalidad de que compitiera en una época en la que los espartanos habían sido expulsados de los juegos, pues habían roto la tregua de los juegos. Al momento que dicho carro terminó en primer lugar, Lichas se acercó al auriga para coronarlo.[13]
Así, la victoria en los juegos olímpicos significaba para los atletas grandes honores, pues eran reconocidos en sus ciudades natales, además se les erigían estatuas y se les dedicaban cantos líricos conocidos como epinicios. Critias anhela esta gloria. De este modo asimila los actos heroicos narrados en la épica a las victorias de los atletas de su época presente en los juegos olímpicos. Este fragmento representa el paradigma de los valores aristocráticos del siglo V a. C. Así, mediante esta concepción de la vida, nuestro personaje estudiado, refuerza ante su grupo los esquemas y replantea la ética de los aristócratas.        
Asimismo, en el fragmento 15 del Pirítoo Critias enumera y, a su vez, reprocha los deseos que más excitaban la ambición de los hombres de su tiempo: la participación en nobleza, la obtención de riqueza y la capacidad de persuadir a sus conciudadanos con el fin de obtener un beneficio propio. En los dos últimos versos de este pasaje escribe, como habíamos visto anteriormente:
Mas yo de estas cosas ninguna deseo obtener,
sino que quisiera tener la gloria de una buena fama. [14]

Según Angio Francesca,[15] el yo de la expresión que ocupa el lugar principal dentro de este período oracional, coincide con el máximo deseo del autor, pues, como un héroe descrito en la épica, Critias, buscaba la fama y honores que los antiguos héroes homéricos poseyeron. Por eso, Iannucci observó y resaltó, perfectamente, la relación entre estos dos últimos versos y el fragmento 8. En esa época, Critias, así como la gran mayoría de los hombres, habían adaptado los triunfos de los héroes épicos a los ideales de las competencias olímpicas.
Los primeros versos de este fragmento, como hemos dicho anteriormente, revelan el disgusto de nuestro personaje contra las nuevas formas de vida consolidadas por una sociedad democratizada. Según su opinión, las estructuras sociales y políticas de Atenas del siglo V fomentaban ambiciones mezquinas de hombres preocupados por intereses personales. En el régimen democrático los ciudadanos de la polis habían adquirido derechos y obligaciones que les permitía, en algún momento de su vida, desempeñar alguna función política o puesto administrativo en favor de su ciudad. Antiguamente, los aristócratas eran quienes gobernaban y tomaban las decisiones en torno a la administración y gobierno de la ciudad. Así nos dice:
Tenemos diversos deseos en la vida
uno anhela tener una noble estirpe
mientras que otro no se preocupa de esto, sino que quiere
ser llamado señor de muchas riquezas en las casas,
pero a otro no basta ningún pensamiento sano que habla
para engañar a sus vecinos con audasia malvada,
otros, vergonzosas ganancias antes que el bien de los mortales
buscan; así la vida de los mortales es una perdición.
Mas yo de estas cosas ninguna deseo obtener,
sino que quisiera tener la gloria de una buena fama.
En el primer verso menciona: “Tenemos diversos deseos en la vida”. Critias, al retomar los valores humanos universales como el deseo, se adapta a su presente y, en cierta medida, se equipara a la mayoría de los seres humanos. Empero, en seguida hace una distinción entre estos deseos. Así, según Critias, algunos desean tener un buen linaje, riquezas económicas y materiales (vv 3-4); algunos otros, solamente buscan engañar a sus allegados utilizando falsos discursos (vv 5-6). La imagen creada por Critias es la de los demagogos, quienes, por medio de la retórica, buscaban persuadir al pueblo con la finalidad de obtener algún beneficio particular. Adelante en los versos 7-8 dice que otros simplemente buscan vergonzosas ganancias, y termina con una sentencia (v. 8): “así la vida de los mortales es una perdición.”. De esta forma se deslinda de estos individuos para concluir con su premisa antes señalada con la que replantea los valores épicos dándoles un nuevo rostro.  
En otro fragmento del Pirítoo, Critias afirma que es preferible no vivir que vivir mal:
¿No es verdaderamente preferible no vivir a vivir mal?[16]
Algunos autores afirman que este fragmento es un ataque frontal contra aquellos filósofos, poetas e intelectuales de su tiempo que preferían la pobreza al bienestar económico. Esta idea parece surgir de sus preceptos familiares, pues, como sabemos, Critias fue un eupatrida;  su familia, antiguamente, había sido muy reconocida entre los ciudadanos atenienses, pues a lo largo de la historia social y política de esta ciudad había contribuido en su crecimiento y expansión. En ese fragmento, Critias apela al sentido de estabilidad social que proporciona la riqueza económica lo cual se reafirma en el fragmento 29 de una tragedia de la que sólo fragmentos se han conservado. Allí, por medio de una interrogación, Critias nos dice que es preferible vivir junto con la riqueza tonta que con la pobreza sabia:
Es mejor vecino tener en casa a la
Riqueza tonta que la pobreza sabía.[17]
Critias reafirma en el fragmento 18 lo dicho en los anteriores. Él, siendo aristócrata considera que, por medio de la riqueza material, la clase dominante podía asegurarse grandes ventajas políticas y sociales, como otrora había otorgado a los aristócratas gran poder político y social. Para él, una vida sin esta riqueza material significaría terminar con sus pretensiones políticas que a lo largo de su vida había buscado.[18]
Así, al leer la obra fragmentada de Critias nos adentramos por los estrechos pasajes del pensamiento aristocrático del siglo V. Esta ideología impregnó el pensamiento de Critias desde su corta infancia, formándolo en sus instituciones. Pero él, además, adaptó a su pensamiento corrientes filosóficas de muy diverso género. Así, su obra se convierte en una cuestión de propaganda política a favor de las clases acomodadas de la ciudad estado ateniense.


[1] Gigon, O., Problemas fundamentales de la filosofía antigua, tr. Nelly Schnait y Zultan Szankay, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1962, p. 183: “Si miramos a los primeros presocráticos, vemos por de pronto que su intención es en apariencia construir un cosmos del cual las manifestaciones individuales e históricas de lo divino estén excluidas. Lo que era milagro y señal para la creencia: caída de un rayo, terremoto… fue reducido a causas comprensibles y naturales.”
[2] Zeller, E., Fundamentos de la filosofía griega, tr. Alfredo Llanos, Siglo Veinte, Buenos Aires, 1968, p. 84 “… el hombre como ser intelectual y su propia creación peculiar, la cultura, habían atraído hasta aquí sólo una mirada ocasional y fugaz de parte de los filósofos…”
[3] Zeller, E., op. cit. p 84.
[4] Nestle, W., Historia del espíritu griego, desde Homero hasta Luciano; tr. Manuel Sacristán, Ariel, Barcelona, 3ra edición, 1981, p. 113: “El movimiento espiritual que desde mediados del siglo V aproximadamente se difunde por toda Grecia… no se encuentra en modo alguno fuera del marco del anterior desarrollo del pensamiento griego, sino que constituye la continuación y el complemento de la filosofía jónica por el lado de la problemática humana.”
[5] Guthrie, W. K. C., Historia de la filosofía griega III Siglo V. Ilustración, tr. Joaquín Rodríguez Feo, Gredos, Madrid. p. 225. “A medida que crece la <<Ilustración>>, se manifiesta a sí mismo bajo dos aspectos principales: primero, por la determinación de creer solemnemente lo que es razonable y por una tendencia a identificar la razón con el positivismo y el progreso de las ciencias naturales, y, segundo, por un genuino compromiso con la moralidad.”
[6] Rodríguez Adrados, F., La democracia ateniense, Alianza, Madrid, 1975, p. 309: “La evolución de las ideas y de la sociedad ateniense presentan rasgos evidentes de paralelismo y es difícil decir en cada caso cuál pertenece a cuál.”
[7] Rodríguez Adrados, F., op. cit. p. 161
[8] Rodríguez Adrados, F. op. cit. p. 161: “Filósofos y sofistas [influenciados por pensadores jonios como Heráclito, Jenófanes y Simónides] basaban sus doctrinas en principios semejantes: fe en el hombre y en su razón; creencia en una naturaleza humana que es la base de una nueva sociedad fundada sobre principios más o menos igualitarios; nuevas teorías del conocimiento que justifica el desarrollo autónomo de las sociedades.”
[9] Nestle W., op. cit. p. 113: “La historia jónica, con sus extensas investigaciones etnológicas, le suministro materia para su reflexión.”
[10] Rodríguez Adrados, F., op. cit. p. 168: “Los filósofos son individualidades desligadas de la tradición, pero preocupados por los problemas del hombre y del estado, que investigan racionalmente con voluntad de en enseñanza.”
[11] Confróntese fragmento 44
[12] Fr. 8
 [13] Iannucci, op. cit., p. 47.
[14] Ver: Apéndise fr. 15 DK  
 [15]Angio, Francesca, “Etica aristocratica ed azinone politica in Crizia”, Q. S., vol, 29, 1988, p, 141-148. 141. 
[16] Fr 23
[17] Fr 29.    
[18] De acuerdo con Jenofonte son las pretensiones de poder político lo que unió a Critias con Sócrates. Vide infra.

lunes, 3 de enero de 2011

Carta de Francesco Petrarca

(Epistole familiares, I,4.)
 Para continuar con el tema del anillo y la magia, incluimos ahora la traducción de una carta de Petrarca, en la que se mencionan algunas propiedades más del anillo.
Cuentan que el rey Carlo, a quien osan equiparar con Pompeyo y Alejandro en el sobrenombre de Magno, amó perdida y pasionalmente a cierta mujercilla y se consumió por sus encantos, dejó de lado la fama que había acostumbrado procurar muchísimo, aun depuso los cuidados de su gobierno, hasta que se olvidó, primero, de todos los demás asuntos y, finalmente, de sí mismo. En ninguna otra cosa se complacía a no ser en estar abrazado a ella durante mucho tiempo y los suyos se indignaban y dolían por esto. Finalmente, cuando ya no quedaba esperanza, pues el amor insano había tapado los oídos del rey a los saludables consejos, una muerte inesperada se apoderó de la mujer que era la causante de los males. En un principio hubo gran alegría, aunque oculta, en el palacio, pero después un dolor más grave que el primero. Veían cuánto había sido corrompido el ánimo del rey por una enfermedad más vergonzosa, pues con la muerte de la mujer no disminuyó el furor, sino que se trasladó al propio cadáver obsceno y exangüe, que había sido perfumado con bálsamo y aromas, adornado con gemas y cubierto con vestidos púrpuras día y noche. No puede expresarse cuán discorde y dolorosa era la condición: los asuntos del que ama y del que es rey nunca pueden unirse sin pelear, pues son contrarios. ¿Qué otra cosa es el reino sino un dominio justo y glorioso? Por el contrario, ¿qué es el amor sino una vergonzosa e injusta esclavitud?
Así, pues, cuando llegaban al rey amante, o más bien demente, legados de pueblos, prefectos y regentes de las provincias para tratar asuntos importantes, él, mísero en su lecho, sacaba a todos, cerraba las puertas y se agarraba al cuerpecillo de su amada, llamándola como si respirara y fuera a contestar. Le contaba sus preocupaciones y trabajos. Le murmuraba tiernamente y le suspiraba en las noches. Le instilaba siempre dulces lágrimas de amor (horrible solaz de miseria).
En aquel tiempo un ministro se encontraba en la corte: un varón reconocido por su santidad y sabiduría (como lo cuentan) y, además, el primer consejero del rey. Él se compadeció de la situación de su rey y como se dio cuenta de que no había solución con remedios humanos, se tornó a Dios y continuamente le pedía, en él ponía su esperanza, de él pedía el final de los males, con muchas súplicas. Puesto que esto hizo durante mucho tiempo y no parecía desistir, cierto día fue reanimado con un milagro ilustre. Pues, así como al suplicante que, después de ofrecer rezos devotísimos, llena su pecho y el altar con lágrimas, así le sonó una voz desde el cielo: bajo la lengua de la mujer muerta se escondía la causa del furor del rey. Muy feliz por esto realizó con prontitud el sacrificio prometido y se apresuró al lugar en el que estaba el cuerpo. Después de que entró gracias a su conocidísima confianza con el rey, analizó a escondidas con su dedo la boca del cadáver, encontró una gema incrustada en un pequeñísimo anillo, bajo la fría y rígida lengua, y, dándose prisa, la quitó. No mucho después de que Carlomagno regresaba y, según su costumbre, se dirigía al deseado encuentro con su muerta, sacudido de repente por la imagen de árido cadáver se quedó frío y se horrorizó de tocarlo. Ordenó que se llevaran a la amada cuanto antes y que fuera enterrada. Después fue puesta su atención en el ministro, lo amaba, lo veneraba, todos los días lo abrazaba estrechamente, en fin, no hacía otra cosa que no fuera la opinión del ministro. No se alejaba de él ni de día ni de noche. Cuando el ministro, que era un varón justo y prudente, se percató de esto, determinó quitarse este peso, deseado por muchos, pero pesado para él, y, temiendo que atrajera una desgracia a su rey al caer en otras manos o al ser consumido en las llamas, sumergió el anillo en las profundidades de una laguna cercana. Por casualidad el rey se encontraba por esas aguas junto con sus aristócratas y desde esos tiempos este lugar fue elegido como sede de todas las ciudades. En él nada había más grato para el rey que la laguna y ahí se asentó. En esas aguas se deleitaba con gran placer por el olor como si le fuera gratísimo. Finalmente, transportó su palacio hacia este lugar y mandó a construir un templo muy costoso.

martes, 28 de diciembre de 2010

Del anillo de Giges a la actualidad.

El hombre, en cualquier época, siempre ha buscado en la magia un complemento divino o quizá una explicación a los sucesos que parecen no tener razón de ser. El intelecto inquisitivo humano diferencia bien lo posible y lo imposible, de modo que los variados fenómenos del mundo puedan responder a un procedimiento lógico para descifrarlos y describirlos o para dejar su origen abierto a hipótesis. De cualquier manera, todo lo que nos sucede tiene su cajón taxonómico ya sea probable o improbable.
La magia siempre ha pertenecido a unos pocos. Pues ya desde la antigüedad los ministros de los ritos no pertenecían a una clase social común, sino que el linaje y la herencia destinaban el rango y oficios a realizar.
Entonces, cómo es posible que el ejercicio de la magia, tan exclusivo y excluyente, sea propio de todas las razas y estratos sociales, cómo algo tan arcano y cerrado pertenece al hombre sacerdote y al hombre campesino. El sacerdote realiza los oficios, conoce las leyes y sus orígenes, pero sin una grey el rito se convierte en oscurantismo y cosa diabólica.
Varios de los hombres del Renacimiento, Giordano Bruno por ejemplo, fueron quemados vivos o atormentados o encarcelados por ejercer la magia y fomentar su estudio, pero no de cualquier tipo, sino una que contravenía a la religión católica, según los actos de la Inquisición. El hecho es que esta magia practicada por aquellos hombres no incluía al pueblo, no era una magia para el campesino, sino una que comprendía una gran tradición intelectual y espiritual, desde los egipcios, pasando por Platón, Cicerón, los neoplatónicos Yámblico y Zósimo, árabes, medievales, renacentistas hasta llegar a Bacon y Newton.
En nuestros días varios escritores e incluso artistas – Remedios Varo- han desarrollado temas pertenecientes a la magia, porque el secreto y la incógnita siguen inquietando a todos. La magia es un misterio que aún deseamos comprender y que nos cautiva.
El punto esencial de la magia es que maravilla a expertos e inexpertos y se nutre de los dos, de modo que un relato común tiene tantas interpretaciones cuantas personas lo conocen, es decir, la magia es un crisol en el que se mezclan las interpretaciones más populares y las más eruditas.
Un ejemplo de ello es el relato de Giges, quien fue un rey de Lidia según nos cuenta Heródoto. En dicho relato confluyen tradiciones antiquísimas racionales e irracionales, que pretenden explicar el ascenso de Giges a rey, pues él era un campesino y por ello no tenía derechos de realeza.
El siguiente texto se incluye en una obra de Erasmo de Rotterdam, titulada Adagios, en el que el autor nos explica el origen de esta expresión proverbial. El tema del anillo mágico es antiguo y sigue vigente, es por demás decirlo, en libros y películas. En el texto que presentamos a continuación aparece la versión mágica del anillo; Heródoto la descarta en el libro primero de su Historia por el criterio racionalista con el que desarrolla sus investigaciones.
En nuestra siguiente publicación ofreceremos una traducción de una carta de Petrarca en la que se habla de un anillo, también mágico, y de su influencia en Carlo Magno, a fin de hacer comprender a nuestros lectores de qué fuentes  tomó Tolkien las características de su anillo. Por último, es importantísimo señalar que en la literatura sánscrita también aparece el símbolo del anillo, en la obra titulada Reconocida por el anillo del poeta hindú Kalidasa, cuyo análisis esperamos ofrecer pronto.

Anillo de Giges (Gygis anulus).
Queda bien o a los hombres inconstantes o a los afortunados, que consiguen a voluntad, como por medio de una varita divina, cualquier cosa que desean. Luciano de Samosata lo menciona en la obra Los deseos, donde alguien desea muchos anillos del mismo género del que tenía Giges, uno para enriquecerse, otro para volverse grato y amable y otro por medio del cual le estuviera permitido volar a donde quisiera. Pues la superstición de los antiguos atribuyó tanta eficacia a los anillos,  que eran vendidos como eficaces para varios encantamientos: unos contra las mordidas de fieras, otros contra la calumnia, otros ya sea para expulsar daños, ya sea para procurar beneficios a quienes los portaran. A partir de esto, en la comedia Pluto de Aristófanes, Diceo dice al sicofante, que lo amenaza con un juicio: Nada te estimo, cuando porto este anillo, pues se lo compré a Eudemo en un dracma.
Y en la misma comedia: Sin embargo – se sobrentiende remedio- no existe para la mordedura del sicofante.
Aquí habla del anillo y alude a las mordeduras de las fieras. Así pues, este proverbio se originó de cierta narración similar, que Platón no encontró tedioso referir en el libro segundo de La república y del mismo modo no nos pesará volver a contarla aquí:
Cierto Giges, fundador de Lidia, era un pastor pagado del rey que por aquel tiempo gobernaba a los lidios. Un día se originó una tempestad furiosísima y una gran tormenta se presentó y relámpagos y, finalmente, también un temblor, de modo que en el sitio, donde entonces Giges por casualidad apacentaba sus rebaños, la tierra se dividió en una enorme grieta. Tan pronto como él se percató, solo, pues los demás pastores habían huido aterrados, descendió a la grieta y allí contempló algunas cosas admirables y un caballo broncíneo, ingente y hueco. En un costado del caballo había un orificio, a través del cual vio que estaba en su vientre el cadáver de un hombre, mayor que el de la especie humana. Éste no tenía ropa u ornamento alguno, a excepción de un anillo de oro colocado en el dedo. Después de que tomó el anillo, salió de la gruta y después de algunos días regresó con el grupo de pastores, entre los cuales había sido elegido como encargado de dar cuentas al rey cada mes. Al sentarse junto a otros, Giges se percató de que, si por casualidad giraba hacia adentro la gema insertada en el anillo, de repente sucedía que nadie lo pudiera ver, y del mismo modo como si no estuviera presente, los demás hablaban de él. Y asombrado por este hecho, de nuevo invirtió la gema del anillo hacia afuera y pronto comenzó a ser visible para los pastores. Como había hecho la prueba de esto con más diligencia y más a menudo y como ya tenía por cierto que el anillo poseía esta capacidad de que si la gema estaba volteada hacia él, era invisible, y que si estaba volteada hacia los otros, era visible, obtuvo ser enviado al rey como legado en nombre de los pastores. Después de haber partido, violó a la esposa del rey y planeó con ella la manera de matarlo. Finalmente, muerto ya el rey y luego de casarse con la reina, de pastor se convirtió de repente en rey, y esto gracias al favor del anillo del destino. 
Platón lo recuerda también en el libro décimo de La república y refiere también este relato Cicerón en el libro tercero del tratado Acerca de los deberes. Por otra parte, Heródoto en el libro primero narra esto de otra manera muy distinta y no menciona el anillo.

LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Por Cintia Rosales Ángeles.
No es posible hablar de Los Misterios de Eleusis sin hablar antes del mito que los rodea. El Himno homérico a Deméter es nuestra fuente principal. En éste, Perséfone es raptada por Hades mientras cortaba narcisos. Curiosamente, ésta es la primera, y quizás la única vez que éste dios aparece en un ámbito terrenal, pues según los lineamientos que rigen estas deidades, no podía traspasar sus dominios para aparecer en la tierra.
Deméter, al escuchar el grito de su hija, emprende una desesperada búsqueda que dura nueve largos días, pero ésta resulta infructuosa. Aconsejada por Hécate, acuden al gran dios del Carro de oro, para preguntarle. Enterada por Helios de lo acontecido (pues como ya sabemos, éste ve todo lo que acontece sobre la faz de la tierra), marcha hacia Eleusis, cargada de una gran pena.
En Eleusis se refugia en casa de Celeo, seguidor de Zeus. La esposa de éste, Metanira, tratando de ser hospitalaria, ya sea por miedo o por respeto, le ofrece a la diosa un lugar donde descansar del largo viaje, pero ésta rechaza el ostentoso asiento y decide reposar en una silla cubierta con un vellocino. Posteriormente, y tratando de seguir con esa tan dudosa amabilidad, le brindan a Deméter una copa de vino, lo cual, por supuesto, rechaza, argumentando que le era prohibido beber del Vino Rojo; en su lugar pidió que lo prepararan una mezcla de agua, menta, harina y cebada.
A pesar de lo anterior, Metanira encomienda a la diosa la crianza de su hijo recién nacido Demofoonte. Deméter, al sentirse vinculada con el niño, decide regalarle el don de la inmortalidad; para esto lo frotaba con ambrosía durante el día y en la noche lo ocultaba en el ardor del fuego, cual si fuera un tizón. Una de esas ocasiones, la madre del infante descubre lo que Deméter está haciendo con su hijo y reacciona con locura y furor arremetiendo contra la diosa. Deméter, segura de hacerle un bien al pequeño, y muy enfadada por la reacción irracional de la madre de éste, respondió a la agresión insultándola por tal agravio. Como pago a esta afrenta, le ordenó que construyera un templo en su honor, en el que, obviamente, se le rindiera culto.
La ofendida diosa decide encerrarse en el templo recién construido a las orillas de Eleusis, lejos de los dioses. Y durante un año entero no permitió que la tierra produjera ninguna semilla. El linaje de los hombres mortales hubiera desaparecido por completo, dejando a los augustos dioses privados de los sacrificios y las honras que les son debidas, si Zeus no hubiese enviado al dios psicopompo al Érebo para que sacara a Perséfone de las tinieblas y la devolviera a la vista de su madre.
Hades obedece a su hermano Zeus y deja que su esposa marche a la tierra junto a su madre, no sin antes darle de comer, casi sin que ella lo note, un grano de granada, sabiendo que esto no permitiría que se quedara para siempre lejos de él.
Cuando Perséfone regresa al lado de su madre, ésta la recibe con júbilo y le pregunta que si estando en el inframundo no probó ningún manjar, pues de ser así, estaría condenada a habitar en las tinieblas la tercera parte del año (en algunas versiones posteriores es la mitad del año); a lo que ella contesta que Aidoneo la hizo tragar contra su voluntad un grano de dulce granada.
Conforme la diosa madre con lo ordenado por Zeus, reestablece el orden en la tierra y permite que vuelva a crecer el grano, alimento para los mortales. Y a los reyes que imparten justicia les enseñó el ministerio de las ceremonias sagradas y sus misterios que no es lícito revelar.
Esto es, pues, lo que nos cuenta el Himno homérico a Deméter. Hay diversas perspectivas y versiones sobre éste mito, o mejor dicho, hay muchos estudios que pese a que se refieren al mismo tema, resultan contradictorios entre si. Partamos de lo que sí sabemos y en lo que los estudiosos del tema concuerdan acerca de los Misterios de Eleusis.
Un rito mistérico es accesible sólo a algunos y por voluntad propia, su carácter es secreto y es necesario atravesar un ritual o una serie de rituales que llamamos iniciación (myesis). Sabemos que en la Grecia clásica existían varios ritos mistéricos, aunque el más famoso (y el que nos compete en este caso) era el de Eleusis, una pequeña localidad situada a unos 30 Km. al noroeste de Atenas.
Los misterios de Eleusis se dividían en dos partes: los misterios mayores (epopteia) y los misterios menores (agrai). Los agrai eran celebrados en el mes de antesterion  (equivalente a nuestro marzo), aunque la fecha no era siempre exacta y preparaba a los candidatos para la myesis. La epopteia era llevada a cabo del 14 al 23 del mes boedromion (el primer mes del año ático, equivalente a nuestro septiembre-octubre). En ésta última se celebraba el regreso de Perséfone al lado de su madre, Deméter.
Los iniciados imitaban las acciones de la diosa en Eleusis, tal y como son narradas en el Himno. El primer acto de los misterios mayores (14 de boedromion) era el traslado de los objetos sagrados desde Eleusis hasta el Eleusinion, un templo en la base de la Acrópolis de Atenas. El 15 de boedromion, los sacerdotes (hierofantes) declaraban el comienzo de los ritos.

Las ceremonias comenzaban en Atenas el 16 de boedromion con los celebrantes lavándose a sí mismos en el mar en Faleron y sacrificando un cerdo joven en el Eleusinion el 17 de boedromion.
La procesión comenzaba en Kerameikos (el cementerio ateniense) el 19 de boedromion y la gente caminaba hasta Eleusis, siguiendo el llamado «Camino Sagrado», balanceando ramas por el camino. A lo largo del puente que divide Atenas de Eleusis, una fila de mujeres (se cree que eran hetairas) gritaban obscenidades en honor de Yambe, la mujer que hizo reír a la diosa en casa de Celeo. Tras llegar a Eleusis, había un día de ayuno en conmemoración al que guardó Deméter mientras buscaba a Perséfone. El ayuno se rompía para tomar el kikeon, la bebida que la diosa instituyó en el Himno al rechazar la copa de vino. En los días 20 y 21 de boedromion, los iniciantes entraban en una gran sala llamada Telesterion, donde les eran mostradas las sagradas reliquias de Deméter. Esta era la parte más reservada de los misterios y aquellos que eran iniciados tenía prohibido hablar jamás de los sucesos que tenía lugar en él, bajo pena de muerte.
No sabemos cuándo iniciaron estos misterios, lo que sí sabemos es que en la época de composición del Himno homérico a Deméter (siglo VII a. C.) ya eran una institución muy respetada. La destrucción del santuario por los godos al mando de Alarico en 394 d. C., poco después de que el emperador romano Teodosio prohibiera su culto, fue lo que acabó con la práctica de los misterios. Pero hablamos de que transcurrieron más de 1000 años, durante los cuales, el prestigio de los rituales se mantuvo prácticamente intacto gracias a la pureza de su representación. Esto es lo que los hace tan atractivos y fascinantes para los estudiosos del tema y del mundo clásico en general.
Las teorías acerca de lo sucedido dentro del Telesterion son muy diversas, prácticamente no hay consenso en este punto. Unas teorías afirman que los hierofantes mostraban a los presentes visiones sagradas que representaban a la Core en majestad ayudados por el fuego que representaba la posibilidad de una vida mejor después de la muerte en presencia de la Diosa. Otras teorías consideran insuficiente esta explicación, pues no hay evidencias arqueológicas ni literarias que muestren que algo así ocurriera, y aseguran que las visiones sagradas eran más bien internas e inducidas por alguna especie de agente enteógeno contenido en el kikeon.
Un ingrediente del kikeon, era el poleo, y Kerényi creía que podía tener propiedades alucinógenas. Otros señalan la presencia de ciertos hongos en ciertas representaciones iconográficas y le atribuyen a éstos la provocación de efectos similares. Otros más, como Gordon Wasson, creen que se usaba cornezuelo, el micelio de un hongo (claviceps purpurea) que crece en las espigas y que contiene alcaloides. Más probabilidad tendría pensar en un opiáceo. La amapola, junto con las espigas, es un atributo de Deméter, y Ovidio (Fastos 4, 531ss) nos presenta a Deméter durmiendo a Triptólemo con zumo de amapola. El problema de los agentes enteógenos es que tienden a brindar experiencias personales, no colectivas.
El carácter soteriológico de este rito no sólo permite a los iniciados dormir tranquilos sabiendo que les espera una vida mejor después de la muerte, también permite que se vinculen, en vida, los hombres con la deidad, que se sientan partícipes de ella. No sólo se rompe con las reglas establecidas por Zeus que separan a los dioses de los hombres (pues si bien a los dioses se les permitía convivir con los mortales, nunca los mortales participaban de una deidad en toda su majestad y gloria, pues siempre se les presentan disfrazados), también traspasa las leyes establecidas entre los mismos dioses, pues no es por casualidad que Deméter no baje al reino de Hades a buscar a su hija raptada, es porque no puede y si Hades sale de su reino es sólo con el permiso de Zeus, quien abre un camino y después del rapto lo vuelve a cerrar.
Conocer a un dios de la manera en que la Core era presentada ante los iniciados en la epopteia era conocer su propio futuro, lo que les esperaba después de la muerte. Era para los asistentes como visitar el inframundo mismo, participar de él antes de la fecha establecida por las Keres. Era una especie de ensayo de la muerte, para saber cómo es y qué les espera después, es morir y renacer para volver a morir esta vez sin miedo. El iniciado tiene un destino distinto del que no lo está. Tanto en esta vida (porque el no iniciado se encuentra prisionero del temor a la muerte, por desconocer que puede haber un destino grato en el otro mundo), como en la otra, donde no accede al reducto feliz de los bienaventurados, sino queda sumido en la oscuridad y el fango.
Core, como indica su nombre, es una doncella. Mientras está con su madre, no realiza su fertilidad. El rapto, con toda su violencia, sirve para modificar el estatus de Perséfone, haciendo que pase de doncella a mujer y esposa. El mito es por lo tanto también etiológico del tránsito de la virginidad a la madurez. Pero aún más: al unirse a un dios infernal, se relaciona este ciclo de la juventud y de la madurez con el gran ciclo de la vida y la muerte. En el orden cosmológico de cielo-tierra y mundo subterráneo se ordenan también los ciclos de la vida, nacimiento, crecimiento, madurez y muerte.
Se trata de que el iniciado comprende el principio y el final de las cosas, probablemente porque este final es el principio de otra cosa. En algunos textos incluso se habla más explícitamente de beneficios en el otro mundo, de los misterios como una especie de pasaporte para un destino mejor en el más allá. Es lo que nos dice el propio Himno a Deméter 480-482:
¡Venturoso aquel que los vio de entre los hombres que sobre la tierra viven!
Mas el no iniciado en los ritos, quien de ellos no participa,
no tiene un destino semejante, al menos una vez muerto, bajo la sombría tiniebla.
Y nos lo reitera Sófocles  (s. V a. C.) en su fragmento 837 (Radt):
¡Tres veces venturosos
los mortales aquellos que, tras haber contemplado estos ritos
se encaminan al Hades! Pues para ellos solo allí
es la vida, y para los demás, afrontar todos los males.
Las familias aristocráticas que se encargaban de preservar el culto eran principalmente dos: los Eumólpidas y los Cerices. De los primeros descendía el hierofante o sumo sacerdote, quien tenía potestad para decidir quién podía ser iniciado y quién no, y además oficiaba el ritual. De los segundos descendían sacerdotes con un rango menor y eran encargados de llevar las antorchas y de ser los heraldos sagrados. Había también otras figuras de vital importancia para el ritual: una sacerdotisa que vivía siempre en el templo, un arconte rey ateniense y una serie de colaboradores llamados epistatai que se encargaban de las finanzas.
La figura de Perséfone era duplicada, y esto era necesario, pues lo que se representa en los misterios es la separación Madre-Hija, dos deidades que en sí mismas forman una sola. La búsqueda de la Hija representa la búsqueda de la otra mitad del ser humano, es por esto que participan hombres y mujeres por igual. La dualidad de la Muchacha radica en su aparición en la tierra dos terceras partes del año, tiempo en el que –parece impensable- el reino de Hades quedaba sin su Señora. No nos es posible a nosotros –ni a los griegos de aquélla época- pensar en algo así, la Core entonces estaba en dos lugares a la vez o era la representación de dos etapas distintas en el ciclo de la vida. Eso ya había quedado aclarado. Pensemos, entonces, que Deméter y Perséfone son una misma diosa, por eso se le invocaba como Las dos diosas, aún cuando estaba separadas eran vistas como una unidad o como un alter ego la una de la otra.
Se han escrito muchas páginas acerca de estos misterios, su organización, su estructura, su objetivo, etc. Es mucho lo que se sabe, y más aún lo que se conjetura. Por eso no encuentro el sentido de extenderme más acerca de lo que ya se sabe. En las siguientes líneas procuraré dejar clara mi opinión con respecto al tema, pero seré breve.
Considero que la necesidad que ha tenido el ser humano desde tiempos inmemorables de saber lo que le espera después de la muerte es inherente a su propia naturaleza sociable. Por una parte, tendemos a apegarnos demasiado a todo lo que nos rodea, a las personas, a las cosas, a los animales, a la vida misma y lo que con ella se nos presenta. Pensar en el desprendimiento de ellas por medio de la muerte nos duele y nos hace sentir un vacío aún inexistente pero inevitable. Esta es la razón de que las civilizaciones más antiguas, en sus comienzos enterraran a sus muertos junto con sus pertenencias –humanas y materiales- para que en “la otra vida” no les hicieran falta.
Por otra parte, tuvo el hombre la necesidad de recurrir a religiones y cultos que le prometieran salvación para su alma una vez desprendida de su cuerpo. La razón de esto es bastante obvia. Nos es necesario saber que después de esta vida no todo es tinieblas, oscuridad, frío, vacío y soledad. Esta última palabra es la que muchas veces afecta más a los seres humanos. El sentimiento de soledad, de vacío, de no pertenencia a un grupo social puede llevarnos a buscar consuelo en la promesa de una vida mejor, en compañía de nuestros seres amados y, por supuesto, en presencia de la divinidad.
Esto es lo que ha tratado de hacer el cristianismo, es por eso que ha permanecido vigente durante dos milenios y, estoy casi segura de que Los Misterios Eleusinos habrían llegado a durar tanto o más de no ser por la destrucción del templo, pues éstos tenían una ventaja: sólo se requería ser iniciado y no hablar de ello con los no iniciados; no era necesario pasar por una serie interminable de rituales desde el nacimiento hasta la muerte, ni respetar una serie de mandamientos que más bien son prohibiciones de todo tipo y, sobre todo, no había castigos. El único castigo para los iniciados era la muerte si revelaban el secreto de los misterios, cosa que era muy poco probable porque, a decir de algunos, no había palabras para describir lo ocurrido. No hay para los iniciados en los Misterios de Eleusis un juicio después de la muerte, no hay cielo ni infierno, no hay necesidad de negar las creencias en otros dioses, en fin, no hay penas ni abstinencias.
Tal vez nos sea un poco difícil en la actualidad tratar de pensar como lo hacían los seres humanos de aquella época, pues estamos contaminados de nuevas culturas y religiones.
Creo que los cultos o las religiones soteriológicas en general, lo que permiten no es tanto la posibilidad de una mejor vida después de la muerte, sino una mejor vida en esta vida. Vivir con tranquilidad, sin temor del futuro. Cuando uno sabe que su muerte será digna, no puede más que vivir, a partir de entonces, de una manera digna.