Tityre, tu patulae recubans sub tegmine fagi
Silvestrem tenui musam meditaris avena.
Virgilio, Églogas, I, 1-2.
Carl Spitzweg (1808-1885) fue un pintor romanticista, nació en Munich. En un principio estudió la carrera de farmaceútico y después, gracias a una enfermedad que lo mantuvo en cama, decidió entregarse al estudio de su pasión verdadera, la pintura, de forma autodidacta.
Carl Spitzweg, un verso virgiliano hecho pintura.
Alguna vez, cuando hojeaba esos voluminosos tomos de “Historia de la Pintura”, por cierta recomendación sentimental de mi madre, puse los ojos en una pintura de Spitzweg titulada El poeta pobre. En aquel tiempo cursaba la preparatoria y aquella imagen de un viejo con camisón y gorro de dormir me evocó la vida de un verdadero bohemio, de un artista que se alimenta de libros y de pobreza.
Al pasar el tiempo y después de leer algunos autores en latín, vino a mi mente cierto día esta misma pintura. En mis manos estaban las Églogas de Virgilio, la primera de ellas, y los versos iniciales me mandaron casi instantáneamente a revisar el antiguo libro de historia de la pintura.
Fue grande mi sorpresa al encontrar los versos hechos pintura, las mismas palabras puestas con colores en un lienzo. Mas, qué tiene esto de asombroso se podrán preguntar.
El hallazgo se encuentra en las interpretaciones y juicios sobre la obra del autor y, principalmente, sobre El poeta pobre. Pues parece exisitir un juicio general de su obra: La obra de Spitzweg se compone principalmente de paisajes y cuadros de género, en los que describe de una manera un tanto humorística la vida pequeño-burguesa. En su obra, cultivó las escenas de la vida rural y ciudadana, asi como el retrato de oficios, ocupaciones, etc. Y en el libro de historia de la pintura dice: El pintor alemán representó el paso del neoclasicismo al romanticismo gracias a sus representaciones de la vida cotidiana,a la que rodeó de una gran dosis de humor, como en el caso de este poeta pobre que cuenta con los dedos las sílabas de sus versos.
Es necesario agregar una observación. No está contando propiamente sílabas, sino cantidades vocálicas y esto atiende a dos motivos: uno, la poesía latina (después veremos por qué latina y por qué hexámetros) mide cantidades vocálicas – las vocales pueden ser largas o breves según ciertas normas- en los hexámetros y, además, la poesía alemana también puede utilizar este mismo esquema de vocales largas y breves para la composición de metros.
Ahora bien, por qué decimos poesía latina y hexamétrica, por el simple hecho de que esta obra es una alegoría de los versos virgilianos mencionados en el inicio y no una gran dosis de humor.
Dice Virgilio : Títiro, tú, recostado bajo el abrigo de una umbrosa haya, ensayas tu musa silvestre con la caña ligera. Ahora bien, si observamos la pintura, en la pared se encuentra el esquema métrico de un hexámetro: la sucesión de sílabas largas y breves que conforman seis pies rítmicos. Después, el haya extendida es el paraguas negro que funciona también como impermeabilizante o tapón para las hendiduras del techo de madera; los dedos del poeta están midiendo el último pie rítmico del hexámetro, que consta de tres sílabas (larga+ breve+ breve) más dos sílabas (larga+ larga o breve); en la boca del poeta se haya la avena, que en latín hace alusión a una especie de flauta rústica y propia de esta poesía bucólica, la de las églogas, sólo que Spitzweg juega con el concepto de avena y coloca una pluma ligera de ave que servía para escribir; por último, la posición del poeta (recubans en latín) recostado y cómodo nos da la pista y el sentido de la obra, que sería una interpretación sí cómica, pero cargada de erudición, de un poeta del romanticismo, despreocupado de la vida y los problemas cotidianos y enfocado en la expresión de su yo lírico, características también de la poesía bucólica griega, latina y posterior.
Así, pues, con esta breve evocación de una obra, inauguramos este espacio y esperamos que sea de alguna utilidad o solaz para los futuros lectores.
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